sábado, 1 de diciembre de 2012

Un círculo


Tan sencillo.
Tan bonito.

Sonríe.
Y sonreíste.


Hablar de la nieve como si fuese lo más importante del mundo.
No había nada más importante.

Buenos días y que solo tú escuches mi voz. Mirarme y saber que solo te lo decía a ti.

Seguirte porque es lo único que puedo hacer. Que decidas que mejor nos acompañemos.

Me convertiré en tu juglar y cantaré a Rich:
Apareciste en mi continuum para alegrar mi existencia.


Sonríe.
Y sonreíste.


Tan bonito.
Tan sencillo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

hola


La típica persecución.
Corro entrecortadamente y respiro con torpeza. Al girar la esquina los colores siguen siendo ocres grisáceos. No hay líneas definidas y nunca, nunca-nada es lo que parece.
Nunca vuelo cuando me persiguen. Prefiero entrecortadamente y con torpeza avanzar.

-¿Es necesario respirar en los sueños?
-Es necesario huir.

La tópica persecución.
Mi piel se va desprendiendo de células muertas y absurdas. Todo aquello que fue tocado, conmovido y excitado ha abonado el camino de la memoria. Ahora luzco un traje nuevo. Corro entre calles habitadas de pretéritos.

-¿Es necesario respirar en los sueños?
-Es necesario buscar.



Hay adioses que deparan holas.

Ahora.
Ahora voy a pensarte y convocarte a mis sueños. Te invito a la libertad que año tras año he ido construyendo.
Podrás bailar sin ritmo, cantar sin afinar, comer con las manos y despertarte cuando te plazca. Podrás volar con o sin técnica, emigrar y volver al instante, reír con fuerza hasta que se vayan todos los fantasmas. Podrás acompañarme por calles que nunca nadie ha pisado porque solo mi imaginación las creó o podrás tú misma guiarme por los caminos que quieras inventar. Te invito a soñar y ser soñada. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

SPEECH-SEX ACT


AMAZONAS
 
Al principio, si alguna vez hubo un principio, todas las amantes se llamaban amazonas. Y vivían juntas, amándose, celebrándose, jugando, en aquel tiempo en que el trabajo todavía era un juego.
Monique Wittig
 



Sabia Loca, que está ahora por tierras riojanas, me miró fijamente, como siempre hacía, para decirme ya está, ya pasó. De vez en cuando la recuerdo, de vez en cuando me lo recuerdo. Sigue funcionando. Una nana compuesta por un estribillo únicamente. Ya está, ya pasó.

Tengo conversaciones interminables mientras trabajo en la fábrica. En silencio.
-¿No seré demasiado lesbiana?
-Nunca se es demasiado lesbiana.
Ante esta inmediata respuesta –pensada entre risas pícaras- vuelvo a mi primera pregunta.


Donde antes había una Musa, existe ahora un ejército de amazonas. Provocan sonrisas, intempestivas casi todas ellas y yo voy poniendo excusas allí donde surgen. Busco sus miradas, nada más que eso. A veces, si tengo suerte, también me hablan. Y en mis dedos aparece el escalofrío que precede a las palabras. Garabateo prosas que también yo, Jasper Gwyn,  podría titular, “Escenas de libros que nunca escribiré”.

Porque

”Esté yo donde esté y venga de donde venga, mi lengua es lesbiana”
 Sandra Lahire

miércoles, 3 de octubre de 2012

Mi puerta


La inmaterialidad de los recuerdos me trae de cabeza. Y en mi cabeza los pensamientos son caprichosos al escoger sus caminos.
Recuerdos y pensamientos se hacen cuerpo en mis sueños. Ya una tiene que preguntarse qué fue primero. ¿El sueño, el ánimo?
Me despierto sobresaltada, me estiro completamente en mi afán por dejar atrás el territorio onírico que esta noche era zona conflictiva. Los daños colaterales me acompañan mientras escribo. Pero sé que si sigo bailando con las letras me sentiré mejor. Siempre es esta mi mejor terapia. Ver cómo las palabras se van creando delante de mis ojos y ya son,  ya son reales. Es mi puerta hacia la maravillosa levedad del ser.

La inmaterialidad de los recuerdos. Hubo un tiempo en que nos pusimos deberes. Yo debía pensar en lo malo y ella en lo bueno. Quizá ambas tendíamos a aferrarnos a la parcialidad del detalle sin ser capaces de ver el cuadro. El tiempo ha vuelto a pasar y creo que todavía me falta perspectiva. No puedo darle al repit ni ver a cámara rápida lo que ocurrió. En ocasiones me sumerjo en retales de mi memoria con tal intensidad que temo quedarme atrapada en sus redes.
Llegan las pesadillas y descubro que no son sus palabras las que me ofrecen consuelo.
Me siento egoísta por momentos.

Los pensamientos son caprichosos. A veces me siento cansada. Ideacionalmente cansada. Me obligo, me fuerzo, a acelerar las reflexiones. No quiero que sea el tiempo el que todo lo cure.
“Recordar las anteriores notas mentales”. Tengo mis trucos, mis frases breves y concisas  (juegos populares-be myself-ya pasó-tres veces).

Llevo meses, quizá años, soltando lastre. Elevándome cual globo liberado. Y hace un mes llegué a esta nueva casa, mi nueva casa. Llena de buenas vibraciones, llena de futuro. Es, ahora sí, mi habitación de Monique. Me encuentro cómoda entre estas paredes verdes, alegres y luminosas. Me siento tranquila. Escucho música y mis discos, repentinamente, carecen de pasado. Como si los escuchase por primera vez.
Entonces… entonces los sueños me dicen que debo dejar atrás el vínculo que tan a fuego me unía a ella.

En mi pesadilla había una casa en la que habitaba demasiado pretérito. Las paredes eran las paredes de casi todas las casas en las que he vivido. Estaban todos los muebles. Sofás de infancia, sofás de amante lesbiana. Cocinas ligeras y espaciosas convertidas en talleres. Adornos y pasillos. Todo reunido, todo acumulado. ¿Dónde está la puerta?




Comienzo a escribir.

Rozo las nubes. Están llenas de palabras. Sonrío.

martes, 11 de septiembre de 2012

Dietética de la Ilusión. I.


Querida y añorada amiga:
Quisiera hoy comenzar con esta Dietética a la que tantas veces hemos invocado y que tan necesaria me parece en los tiempos que corren. O se arrastran. En cualquier caso, en estos tiempos que siempre avanzan. Me pregunto, que buena cosa es comenzar con preguntas y no quisiera además pecar de prepotente ofreciendo respuestas, si nuestra Dietética no debería albergar un plural, pues muchas son las ilusiones y de palabras andamos sobradas. Lo dejo en tu mano. Me apuesto un chiste (o dos, si son pequeños) a que tu decisión será la acertada. 

Hoy he releído nuestro “Titiritero en Compostela”, nuestro cuento de iniciación. Han pasado los años, mi dulce amiga, y nuestras vidas han cambiado tanto… pero todavía nos reconozco en cada línea. Nos hemos mudado varias veces, hemos acumulado trabajos (sin duda, unos mejores que otros –peores-), hemos amado y nos han querido, cuánto hemos llorado no lo sabe nadie y siempre será poco o mucho depende de con quién nos comparemos. No hay un sistema métrico lagrimal o algo así. Nos hemos reído también hasta llorar y no sé si eso contaría como lágrima al uso. En fin. El tiempo.

Nunca hemos dejado de escribir(nos). Es nuestro anclaje, nuestra seguridad, nuestra terapia, nuestro divertimento, nuestro medio, nuestro fin. Somos nosotras.

Hace unos años me recomendaste un libro. Me veías muy existencialista por aquel entonces y me pasaste La Náusea. Subrayé algunas frases. Una de ellas: “Pero hay que escoger: o vivir o contar”. Y justo hace unas semanas salía este tema en mi blog. No lo veía yo tan claro al leer a Sartre, pero sí, la-mujer-que-cruza-puentes tenía razón. No tenemos que escoger. Esta pequeña pero sabía apreciación me habría venido bien en otra época, aquella en la que vivía a las prisas acumulando mundo como si este se fuese a terminar inmediatamente. Luego me pasé años narrando y no todo lo contaba porque (yo la prefiero a ella) como escribió Simone de Beauvoir en La mujer rota: “Curiosa cosa, un diario: lo que se calla es más importante que lo que se anota”.

Vivir, contar, narrar, callar, imaginar, soñar, escribir siempre.

Hemos erotizado las palabras, decíamos.  
¿Son ya imprescindibles para que haya amor? ¿Surge el amor cuando aparecen las palabras? Y las voces, las palabras espontáneas. ¿Las habremos erotizado también? Dime, querida amiga, ¿cómo podemos describir una voz?

Ansío leer-te y el momento en que podamos abrazarnos.


(PD. Ensayo de descripción.

En su voz se unieron todos los colores, como un arco iris sonoro.
Pude escuchar la pasión roja acercándose a mi piel e incendiando cada poro.
Calidez naranja si me daba las buenas noches, si la oía describir calles y espacios.
¿Es amarilla la alegría?
Su voz era verde cuando intuía  sus raíces en esa entonación atlántica y azul  que de vez en cuando aparecía para deleite de mis amadas raíces. Éramos árboles. Éramos, también nosotras, Mujeres Habitadas. Y por ello, porque su voz es voz de mujer, el violeta completa el arco iris sonoro.
Su risa era grande como el sol y sus sonrisas –que intuía en algunas palabras- cercanas como la luna.
Y su voz fue como una estrella fugaz. Porque nunca he visto ninguna pero sé que existen y sé que me gustaría verlas.

Dime amiga, cómo se describe una voz. Porque hay que escribir para que sea real, para saber que algo ocurrió.

sábado, 25 de agosto de 2012

Abrirte la puerta




Sábado. Cuatro de la tarde.
Acabo de llegar de trabajar. Lo primero que he hecho ha sido buscar tu voz.
Todavía no he comido, ni me he quitado el uniforme ni he bebido agua. He buscado tu voz, deliciosa e increíblemente dulce.
Te decía que soy sensible a las voces y a los acentos. Es mi propia versión de “la música amansa a las fieras”. Y tu voz me relaja, me apetece ronronear y buscar tus susurros.
Qué será de nosotras no lo sabemos.
Pero hoy, sábado-cuatro-de-la-tarde, puedo decir que me haces sonreír y que me apetece buscarte. 

domingo, 12 de agosto de 2012

Pronombres personales


Las últimas semanas he reflexionado mucho sobre la difícil y a veces escurridiza cuestión de “pasar página”. He soñado con capítulos que terminaban, con personajes que aparecían, con mujeres que reaparecían, con libros que quisiera volver a leer.
Soñé que pasaba página. Y me desperté sobresaltada.

Nos reinventábamos, nos neologizábamos en cada encuentro. Escribíamos nuestros nombres de amazonas-amantes en nuestros cuerpos.
Ahora llevo su cuerpo tatuado en mi memoria. Aparece en mis prosas y se aferra a cada letra. Nudillos apretados.

Hay una página levantándose en el preciso instante en el que la nombro en tercera persona. La distancia aparece entre un y un ella. Son mis “pronombres personales (y políticos)”, aquellos que todavía no han sido escritos. Ella.
Hay una página levantándose en el preciso instante en el que no aparezco en el plural. La distancia es relativa, pero se manifiesta claramente entre un nosotras y un ellas.

Le di todos mis nombres propios. Su apellido, siempre, el mar.

Ella sabe que la amaré siempre. Ella siempre tuvo el poder en cursiva. Ella es la nadadora que avanza rápida con brazadas lentas.


Amiga Bret, yo un día vi a una musa nadando en el mar.



Ahora.
Ahora siento la alegría. Vuelvo a ser azul. El futuro está llegando y ya asoman nuevos personajes.
Terminar de pasar la página es un gesto de justicia. Es abrirle la puerta a ese futuro presente.

Ahora me siento libre. Cómoda y tranquila entre palabras y nuevos capítulos y libros.
Durante un ratito al menos, yo.

martes, 10 de julio de 2012

mares y dichas


Vayámonos de viaje a esa ciudad en la que ninguna ha estado. Démosle un nuevo nombre al mar y hagámoslo nuestro. Vamos a pintar nuestros cuerpos de sal para que sepan a azul.
Que sean libres las palabras para narrarnos. Que fluyan los gritos hasta que se conviertan en tatuaje.

El placer es desconocido, nombrable, salado y azul. El placer ejerce su derecho a gritar entre gemidos y puede convertirse en un perenne estado de dicha.

Un poco de magia, por favor.

Y donde había ausencias y vacíos aparecieron las sonrisas. Y las noches más oscuras se llenaron de luz.

Mírame.


Mírame.


“Mujeres con mar de fondo”. Pintarnos en un cuadro y enmarcarlo con nuestras risas.

Un poco de ilusión, por favor.

El futuro será el verbo que cantemos mientras bailamos el presente.
Vamos a soñarnos y tocarnos. Vamos siempre a devorarnos los cuerpos mientras le hacemos un vudú a los miedos.



Y, mientras tanto-tanto mientras, te seguiré escribiendo.  



sábado, 19 de mayo de 2012

Algas, corales y amapolas


Me olvidé un vaso en la mesilla de las noches. Nació un alga. Podrían haber sido corales si al menos hubiese cambiado el agua pero incluso de eso me olvidé. Demasiada intensidad.

Viajo en autobús todos los días. Media hora a la ida y una vuelta que siempre parece interminable. Es el prosaico eterno retorno. Avanza el autobús entre campos que van cediendo su lugar al “paisaje” urbano y allí donde siempre crecían arbustos ahora solo veo amapolas. Demasiada intensidad.



domingo, 13 de mayo de 2012

Adicciones


Era la noche más estúpida del año. Era la hora más interminable de la noche. Devoraba uñas ante la tentación de fumar. Aunque ahora solo parezcan heridas que nunca cicatrizarán, seguro que allí antes hubo uñas.
La estúpida del año, la noche de ahora.
Cuerpos. Toda una vida. No hay fechas, lo indefinido nos ata a la incertidumbre.
Hay demasiados interrogantes y muy poca paciencia.
En la noche más interminable se le dio por pensar. Qué mejor momento para hacerlo, desde luego. A penas algún grillo, un casi imperceptible haz de luz y ni frío ni calor. Se estiró completamente y eliminó el obstáculo que mantenía sus pies atrapados. Esto ha sido fácil, sonrió para sí misma. Y cuántas sonrisas se pierden sin que nadie pueda verlas.

Pensó que estaba harta de pensar.

Fue breve. A veces pasa.
En la noche más larga y estúpida, solo fue capaz de pensar que estaba harta de pensar.

Se levantó y encendió un cigarro. Porque las uñas no están reñidas con los cigarros y los pensamientos a veces no son tan largos como las noches.

viernes, 11 de mayo de 2012

Y entonces las palabras


“Nuestros deseos son aquellos que se nos escapan en el acto mismo de impulsarnos hacia delante, dejándonos como único indicador de quiénes somos, las huellas de dónde hemos estado ya, o sea, de aquello que ya no somos. La identidad es una noción retrospectiva”. Braidotti.

No me preguntéis dónde he estado, porque ni siquiera yo lo recuerdo. En qué camas he dormido, en qué ciudades me he despertado, a quién he amado.
Me está repitiendo este café que todavía no me he tomado y me veo obligada a preguntarme si no será, acaso, el café anterior. Este pasado que recordamos como nos viene en gana está constantemente transformando nuestro presente más actual. Y es aquí, aquí y ahora, hoy en este instante, cuando a veces nos olvidamos de actuar. Sí, todo viene siendo una actuación. Un fingimiento. Una representación.
En esta ciudad en la que ahora me hallo no entienden los tiempos simples. Me miran con sonrisas bondadosas cuando suelto un “¿viste?” en lugar de un “¿has visto?”. ¿Y si todo fuese un presente continuo?
Al menos el verbo “escribir” siempre lo conjugo en ese tiempo. Estoy escribiendo incluso cuando parece que no lo hago.

Soy ciclotímica porque el cambio climático ha tirado por la borda cualquier posibilidad de orden. Se podría decir que me adapto a los tiempos.

Hoy escucho a Pilar, a “Ay, Pilar, seguro que a la próxima será”, y palabras que no fueron dichas para mí, retumban en mi cabeza. “Agora é tempo de poesía”.
A poesía non é un luxo, benquerida Lorde. Eu tamén cruzo linguas, benquerida Anzaldúa. Pero eu non sei de versos. Podería dicir:

A lembraza do teu sorriso golpea a miña apatía.

Y ese sería, al tiempo, verso y poesía.  

Este es el único lugar al que sé que siempre acabaré volviendo. La escritura. Las palabras. As linguas. Unha inmersión lingüística para a nena que non era quen de durmir.
Merquen unha rifa para esa nena.

“La identidad del nómade es un mapa de los lugares en los cuales […] ella ya ha estado; siempre puede reconstruirlos a posteriori, como una especie de pasos de itinerante. […] La identidad del nómade es un inventario de huellas”. Braidotti.

La identidad de quien vuelve hoy a exponerse es un inventario de huellas. Huellas de besos y caricias, huellas de risas atronadoras, de lágrimas-cuando-nadie-me-ve, de ideas que garabateo en hojas que siempre pierdo, de pasos que avanzan en círculos, de flores rojas exhibicionistas que nos recuerdan nuestra propia desnudez.

Sigo aquí.