Me olvidé un vaso en la mesilla de las noches. Nació un
alga. Podrían haber sido corales si al menos hubiese cambiado el agua pero
incluso de eso me olvidé. Demasiada intensidad.
Viajo en autobús todos los días. Media hora a la ida y una
vuelta que siempre parece interminable. Es el prosaico eterno retorno. Avanza
el autobús entre campos que van cediendo su lugar al “paisaje” urbano y allí donde
siempre crecían arbustos ahora solo veo amapolas. Demasiada intensidad.
Yo cada noche duermo abrazada a una Amapola... El súmmum se la felicidad!
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