viernes, 11 de mayo de 2012

Y entonces las palabras


“Nuestros deseos son aquellos que se nos escapan en el acto mismo de impulsarnos hacia delante, dejándonos como único indicador de quiénes somos, las huellas de dónde hemos estado ya, o sea, de aquello que ya no somos. La identidad es una noción retrospectiva”. Braidotti.

No me preguntéis dónde he estado, porque ni siquiera yo lo recuerdo. En qué camas he dormido, en qué ciudades me he despertado, a quién he amado.
Me está repitiendo este café que todavía no me he tomado y me veo obligada a preguntarme si no será, acaso, el café anterior. Este pasado que recordamos como nos viene en gana está constantemente transformando nuestro presente más actual. Y es aquí, aquí y ahora, hoy en este instante, cuando a veces nos olvidamos de actuar. Sí, todo viene siendo una actuación. Un fingimiento. Una representación.
En esta ciudad en la que ahora me hallo no entienden los tiempos simples. Me miran con sonrisas bondadosas cuando suelto un “¿viste?” en lugar de un “¿has visto?”. ¿Y si todo fuese un presente continuo?
Al menos el verbo “escribir” siempre lo conjugo en ese tiempo. Estoy escribiendo incluso cuando parece que no lo hago.

Soy ciclotímica porque el cambio climático ha tirado por la borda cualquier posibilidad de orden. Se podría decir que me adapto a los tiempos.

Hoy escucho a Pilar, a “Ay, Pilar, seguro que a la próxima será”, y palabras que no fueron dichas para mí, retumban en mi cabeza. “Agora é tempo de poesía”.
A poesía non é un luxo, benquerida Lorde. Eu tamén cruzo linguas, benquerida Anzaldúa. Pero eu non sei de versos. Podería dicir:

A lembraza do teu sorriso golpea a miña apatía.

Y ese sería, al tiempo, verso y poesía.  

Este es el único lugar al que sé que siempre acabaré volviendo. La escritura. Las palabras. As linguas. Unha inmersión lingüística para a nena que non era quen de durmir.
Merquen unha rifa para esa nena.

“La identidad del nómade es un mapa de los lugares en los cuales […] ella ya ha estado; siempre puede reconstruirlos a posteriori, como una especie de pasos de itinerante. […] La identidad del nómade es un inventario de huellas”. Braidotti.

La identidad de quien vuelve hoy a exponerse es un inventario de huellas. Huellas de besos y caricias, huellas de risas atronadoras, de lágrimas-cuando-nadie-me-ve, de ideas que garabateo en hojas que siempre pierdo, de pasos que avanzan en círculos, de flores rojas exhibicionistas que nos recuerdan nuestra propia desnudez.

Sigo aquí.



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