lunes, 17 de febrero de 2014

Madre(s)





¡Ay! ¡Las madres!
O,
¡Ay! ¡La madre!

Realidad social, figura social.
No creo que se pueda pensar del mismo modo sobre las madres y sobre la madre, al igual que es bien distinto pensar en las mujeres o en la figura de la mujer.
Hoy las redes sociales arden con este tema. Aunque concuerdo con Alicia Murillo cuando dice “El enemigo es otro”, mira tú por donde, se me ha ocurrido que yo también puedo opinar sobre ello, desde mi posición de no-madre. Por cierto, ¿existe una palabra específica para una no-madre?
Y es que últimamente la maternidad está en boca de todas y sí, también de todos.
Leo unos cuantos artículos en Píkara Magazine, alguno en otros blogs y muchos comentarios sobre ellos. El viernes saliendo de marchuqui, ¡lo que nunca antes!, salía el tema de las madres y la madre. 
Una menda, desde el respeto y sabiendo que, efectivamente, “el enemigo es otro” procura escuchar cada postura y no levantar demasiado la ceja, como siempre hago cuando un tema me incomoda. Es curioso que esto ocurra porque yo tengo muy claro que no quiero ser madre así que ¿por qué me incomoda?

Tengo un trabajo bastante prosaico en un almacén. Soy operaria de almacén. Para ser sincera, a día de hoy me gusta este curro. Trabajo físico y punto y aparte. Me permite desconectar de la densidad de una tesis doctoral con la que disfruto pero con la que también me ahogo por momentos. Después de crear muchos círculos de amistad con amigas y compañeras feministas siempre es apasionante la bofetada de la vida real en un almacén de un*s mil operari*s. Y si bien reconozco que ha sido muy gratificante ver a las unas y a los otros indignadísim*s con esa nueva mordaza, perdón: ley, del aborto, me encuentro con demasiada frecuencia intentando explicar por qué no quiero ser madre.
-Bueno, ya cambiarás de idea.
¡Rayos! ¿Por qué?
No intento convencer a mis compañeras de que no sean madres como tampoco quiero que ellas intenten convencerme de que lo sea, ni que cierren la conversación con esa frase taaaaan chunga. ¡Plaff! ¡Bofetada! Como ese día que una compañera me decía “Igualdad sí, feminismo no”. (Ahí sí que levante la ceja hasta la coronilla)

En fin, queda mucho por hacer. Tengo mis círculos de compañeras feministas. Mantra mantra.

Pero entonces me pongo a leer artículos, blogs, comentarios y observo que el temita en cuestión no es nada cómodo tampoco en este contexto.
A ver, que si tú quieres ser madre, adelante, tú misma. Tienes todo mi respeto y apoyo. Si es lo que tú quieres me alegraré por ti, como me he alegrado por esas grandes amigas que han decidido ser madres y lo han sido. Y si no quieres ser madre, no lo seas. Tienes todo mi respeto y apoyo. Y si además decides reflexionar sobre el tema de la no-maternidad, pues genial. Tienes, además, mi admiración, porque observo que al hacerlo te pondrás en el punto de mira de las críticas más chungas.
El discurso de la no-maternidad tiende a ser silenciado o, en otros casos, menospreciado y atacado.
Desde dentro.

No creo que podamos compararlo con el tema de la prostitución, donde todas opinamos y muy pocas somos putas. Pero sí tiene ciertas similitudes con aquellos desencuentros entre feministas heterosexuales y feministas lesbianas.
No fue fácil para aquellas visionarias hablar de la heterosexualidad como institución. No es que sea sencillo hacerlo hoy, pero creo que algo hemos avanzado. Reflexionar sobre la heterosexualidad no implica que quiera convencer a todas las mujeres de que se hagan lesbianas. No es una crítica de las relaciones en sí, sino de la institución y lo que ella implica. (Aplausos para Rich, lesbiana). Reflexionar sobre la no-maternidad no significa criticar a quienes decidan ser madres.
No hay un destino para las mujeres. Hay decisiones. O debería haberlas, decisiones libres. Porque ni todas las mujeres han decidido ser heterosexuales ni todas han decidido ser madres: han sido lo que "debían" ser.
Las lesbianas feministas también estamos en las calle defendiendo el derecho a un aborto libre y gratuito. También el derecho a ser madres cuando queramos (o queráis) serlo, cuando decidáis ser madres.
Lo cierto es que nadie en el trabajo cree que cambiaré de idea sobre lo de ser o no ser lesbiana (de momento paso de hablar sobre la fluidez de las identidades) pero sí hay muchas compañeras que piensan que con el tiempo cambiaré de idea y querré ser madre. Reflexionemos sobre ello, sabiendo que “el enemigo es otro”.
¡Sin acritud, coño!

En mi contexto es más sencillo hoy posicionarse como lesbiana y quizá no tanto posicionarse como no-madre porque sí.
Escribir sobre lesbianismo es más cómodo que escribir sobre heterosexualidad obligatoria. Escribir sobre el aborto libre es más cómodo que escribir sobre el discurso institucionalizado de la maternidad. 




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