Atraviesa mis pensamientos, congestiona mis prosas, cambia
el final de mis sueños.
Se esconde detrás de los árboles y aparece en ciudades en
las que nunca hemos estado.
Hace que escriba poesía.
“Y si rima es verdad”
Ha cambiado todo de sitio e incluso las palabras han
intercambiado entre ellas su significado. Me ha dado un nuevo diccionario.
Hizo de la distancia un recordatorio. El destierro se torna
ahora castigo y yo estoy a punto de cumplir con mi pena. La transitaré con la
alegría de quien sabe que pronto volverá al hogar.
Hay algo increíblemente hermoso en el acto de cerrar un círculo.
La habitación de Monique es un espacio onírico de palabras
escurridizas e intangibles. El lugar en el que las imaginaciones lo llenan todo
de verbos imposibles y adjetivos que todavía no han sido pronunciados. Esta
habitación sin paredes ni fronteras en la que la noche sólo puede seguir
anocheciendo y los colores no hacen otra cosa que reinventarse, es la habitación
en la que siempre nos imagino.
Me he capturado y sufro el síndrome de Estocolmo. ¿Por qué
querría ser liberada si sólo aquí mis deseos más íntimos, imposibles y valientes
se construyen y mantienen sólidos por mucho que sople la realidad ahí fuera?
Para siempre podría seguir anocheciendo.
Es un espacio que nunca será escrito, en el que se halla lo
mejor de mí. Entre una línea y la siguiente siempre hay un sueño.
La habitación de Monique.com es un esbozo, un retrato
trazado sin pulso firme. Son las instrucciones que guían mis sueños.
Lea detenidamente las instrucciones de este esbozo y
consulte con su onironatua.
Imagino palabras, invento mujeres, construyo paisajes,
diseño colores. A veces me fumo un grelo
para acelerar los tiempos verbales y a veces me pongo clásica con la música
para que ella aparezca detrás de cada
giro o al final de cada vuelo.
No existes pero te invento. No existirás pero yo ya te he
inventado. Y
entre una línea y
la siguiente,
Quiero que seas tú la
que humedezca mis palabras. Quiero que seas tú la que libere mis verbos más
ardientes.