Vayámonos de viaje a esa ciudad en la que ninguna ha estado.
Démosle un nuevo nombre al mar y hagámoslo nuestro. Vamos a pintar nuestros
cuerpos de sal para que sepan a azul.
Que sean libres las palabras para narrarnos. Que fluyan los
gritos hasta que se conviertan en tatuaje.
El placer es desconocido, nombrable, salado y azul. El
placer ejerce su derecho a gritar entre gemidos y puede convertirse en un
perenne estado de dicha.
Un poco de magia, por favor.
Y donde había ausencias y vacíos aparecieron las sonrisas. Y
las noches más oscuras se llenaron de luz.
Mírame.
Mírame.
“Mujeres con mar de fondo”. Pintarnos en un cuadro y
enmarcarlo con nuestras risas.
Un poco de ilusión, por favor.
El futuro será el verbo que cantemos mientras bailamos el
presente.
Vamos a soñarnos y tocarnos. Vamos siempre a devorarnos los cuerpos
mientras le hacemos un vudú a los miedos.
Y, mientras tanto-tanto mientras, te seguiré escribiendo.